Por: Arq. Carlos Enrique Martinez
Publicado en: Opinión Política 20 Febrero 2023
Hemos visto por diversos medios y redes sociales imágenes impactantes de un fuerte sismo en Turquía y Siria con resultados catastróficos, solo en Turquía se reportan a la fecha más de 35 mil muertos, 105 mil heridos y afectaciones a 4 millones de edificios según reportes oficiales. Increíbles escenas de derrumbes de edificios colapsados de forma inimaginables, solo visto en las películas apocalípticas de Hollywood.
Pero este tipo de tragedias no es nuevo en Turquía, en 1999 sufrió otro sismo de magnitud 7.4 en escala de Richter que causó más de 17,000 víctimas prácticamente a causa de los derrumbes de las construcciones, situación que obligo a la modificación de diferentes reglamentos y ordenanzas en las construcciones, muy similar a lo ocurrido en 1985 en nuestro país
Sin embargo, muchos desarrolladores inmobiliarios se ampararon y otros se comprometieron en reforzar construcciones pero la falta de inspecciones oficiales permitió que algunos constructores ignoraran las normativas con los actuales resultados funestos, situación que hace unos días el gobierno turco giro más de 150 órdenes de aprensión en contra de los constructores. Como si fuera poco la tragedia se hace mayúscula al encontrarse con un gobierno sin recursos económicos para afrontar la catástrofe porque su presupuesto lo destino a otros rubros. Caso muy similar a nuestro país
Una vez más este tipo de tragedias nos lleva a reflexionar que tan seguro es donde vivimos y el paralelismo que existe con ese país, en nuestro país mas del 80% es vulnerable a diferentes fenómenos naturales, por una parte tenemos muchos kilómetros de litorales sujetos a ciclones y huracanes así como sus efectos, y por la otra, gran parte del territorio está contemplada como zona sísmica similar a Turquía.
Casos verdaderamente de escándalo como el del colegio Rossemberg de la CDMX, donde quedo de manifiesto la irresponsabilidad, la corrupción y la simulación por parte del “responsable de la obra” y la autoridad, que en este caso fue tan grande el escándalo que la autoridad no le quedo otra que proceder contra el irresponsable de la obra, pero ha sido omisa en castigar a los funcionarios involucrados.
Desgraciadamente se ha inventado una figura perniciosa de los “DRO” por supuesto inventada en la CDMX donde su función es el de “avalar, revisar o supervisar las construcciones” que lo que hacen en la mayoría de los casos irresponsablemente avalando a los que ilegalmente construyen sin estar facultados para ello.
Afortunadamente siempre hay profesionistas capases con ética y profesionales en el ejercicio profesional, en contraposición de una serie de políticas publicas erradas que están tentando e invitando a una tragedia en caso de un fenómeno natural.
Pero mas absurdo es que desde las esferas mas altas del gobierno federal promueven y dan recursos económicos para que se realicen casas, escuelas y diversas construcciones sin los técnicos adecuados, omitiendo todo tipo de reglamentaciones, pareciera ser que para ellos en su territorio no aplica o no está en riesgo, y peor aun, se desaparecieron de los presupuestos y fideicomisos los recursos económicos para casos de desastre.
En un país con alto grado de vulnerabilidad a los fenómenos climatológicos, las acciones, políticas publicas de los diferentes niveles de gobiernos, deberían ir encaminadas hacia la seguridad de las personas y sus bienes, pero desgraciadamente solo se conforman con políticas mínimas de protección civil y reglamentaciones precarias, cuando deberían estar concentradas en tener construcciones seguras ejecutadas por profesionistas legalmente establecidos responsables de las mismas, la revisión constante de las reglamentaciones respectivas, vigilar el cumplimiento de las diferentes normas y leyes, así como combatir la ilegalidad e impunidad en el sector inmobiliario y construcción.
"El hilo se rompe por lo más delgado". Una tarea tan fácil y tan difícil: fácil si se contratará a gente técnica capacitada con el perfil adecuado para la supervision de obras, olvidando el amiguismo, el compromiso y el compadrazgo y difícil porque adolecemos que la voluntad política haga a un lado intereses económicos y se siga coludiendo con los constructores, atentando contra el usuario final.
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