Por: Arq. Carlos Enrique Martinez Gutierrez
Publicado en cabecera.com 25 de Agosto 2015
Continuamente hay declaraciones de los gobernantes o se ejecutan Políticas públicas en la ciudad que no son del todo populares, o hay decisiones que causan polémica entre los diferentes actores de la ciudad, y me refiero a temas como las construcciones de edificios de muchos niveles, la dosificación de la ciudad o la conversión de los espacios públicos o quizás el cambio de uso del suelo en determinada zona de la urbe, o la destrucción del patrimonio y más aún la construcción de líneas elevadas del sistema de transporte colectivo o de viaductos entre otros temas.
¿Y porque se dan estas discusiones en cada acción que pretende hacer la autoridad, o el permiso que otorga o porque algunos actores sociales, activistas o líderes de opinión pretenden imponer su criterio a costa de cualquier cosa?
La realidad es que el modelo actual de las ciudades está agotado, debido a políticas urbanas ausentes y erráticas, aunado a los intereses de pequeños grupos que han dado como resultado un modelo de ciudad complejo, agotado e insostenible, donde en el recuento de daños sobresale el excesivo crecimiento horizontal y especulación del suelo, la falta de equipamientos, de infraestructura, un transporte publico eficiente, la falta de competitividad como ciudad, los altos índices de contaminación, la evidente deficiencia y carencia de espacios públicos y equipamiento urbano en general, así como su mantenimiento y por supuesto la pérdida de la cohesión del tejido social.
Hoy se discute si los planes de desarrollo urbano son las herramientas para revertir el caos urbano generado a través de los años o si debería haber otros instrumentos para lograr los objetivos, también se discute si la autoridad municipal es capaz de ordenar y vigilar su territorio, o si el instituto metropolitano de planeación es el indicado y responsable de ordenar el territorio de una manera integral, y más aún ser el responsable de la programación de la inversión pública metropolitana, o tener un gerente de la ciudad.
También se discute si las construcciones verticales son las más adecuadas para la ciudad o hasta cuantos niveles debería de ser esas construcciones, estamos discutiendo como nos debemos de desplazar, si lo más adecuado es caminar, utilizar el transporte público, las bicicletas o los vehículos y además por dónde.
Mucho de estas respuestas tienen que ver con el modelo ideal de la ciudad que quisiéramos tener, durante algún tiempo en nuestros hogares eran temas recurrentes hablar de política, deportes o religión, hoy en nuestras casas un tema cotidiano es hablar de la ciudad, de sus problemas y sus posibles soluciones.
Estos debates públicos y privados se nutren de una gran diversidad de opiniones, nos invitan a pensar que y como queremos tener nuestra ciudad, cuál sería su diseño, pero sobre todo, como le podemos hacer para tener la ciudad que todos queremos.
Se ha logrado poner en la agenda pública, en el lenguaje de los políticos, de los ciudadanos, en los medios de comunicación, el tema de la ciudad, que finalmente es la casa de todos.
Sociedad y Gobierno coincidimos que queremos una ciudad con un crecimiento planificado y ordenado, con un transporte público eficiente y eficaz, económicamente barata, con servicios públicos suficientes, con un gran respeto al patrimonio histórico, artístico y por supuesto integrada al medio ambiente, en suma una ciudad que nos permita tener una mejor calidad de vida, que nos permita desarrollarnos como sociedad y estar orgulloso de ella.
Estamos de acuerdo con el tipo de ciudad que queremos, pero donde no terminamos de discutir es en el cómo hacerlo y cuál sería el diseño mismo de la ciudad. En estos temas están ausentes mecanismos que den orden al debate, falta liderazgo y capacidad para darle cause a toda esta diversidad de opiniones, todas ellas interesantes y valederas.
El gobierno a través de sus instituciones debieran tener un liderazgo natural en estos temas, pero no ha sabido coordinar estos debates para darle orden buscando el bien común, pero además por parte de la sociedad hay visiones e intereses diferentes con una falta capacidad de crear los consensos necesarios, debido al egoísmo y protagonismo de algunos actores, en suma no damos el siguiente paso.
Como sociedad hemos saboteamos nuestros objetivos, pero el primer paso que debemos de dar es crear conciencia de la importancia y la urgencia de tejer los acuerdos necesarios entre la sociedad y el gobierno por el bien de nuestra ciudad que es el hogar de todos.
Estos acuerdos primeramente deberán poner como premisa el bien común sobre el bien particular, es saber plantear las necesidades, escuchar a la contraparte, negociar, tener claro cuando el beneficio es para la mayoría de la sociedad, no imponer modelos de ciudad importados o de moda, al final la decisión de nuestra ciudad depende de la mayoría de nosotros escuchando siempre a las minorías.
Las políticas urbanas la deberán definir las mayorías, pero deberán ser incluyentes de los grupos de la población minoritarios como discapacitados, los grupos vulnerables o con pobreza extrema. Por eso la ciudad es el mejor espacio democrático, debemos trabajar sociedad y gobierno para tener la ciudad que todos queremos. Una ciudad amable, segura, agradable, incluyente y sobre todo democrática.
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