Por: Arq. Carlos Enrique Martinez Gutierrez
Publicado por: Opinión Política 1 Marzo 2021
La ciudad se volvió un bien de consumo que se ofrece, se hace atractiva y se vende, no solo a sus habitantes, al entorno, área o región, sino a todo aquel que busca ingresos y rentabilidad a sus inversiones. La ciudad perdió su sabor, se deshumanizo, cada día vamos perdiendo los barrios característicos llenos de tradiciones, con fuertes lasos entre sus vecinos que son los que hacen comunidad y fortalecen el tejido social, tristemente en aras de la modernidad y los desarrollos inmobiliarios.
El fenómeno urbano en México, en los últimos años ha rebasado todas las expectativas, por su crecimiento explosivo los intentos para regularlo han sido infructuosos, se ha realizado un urbanismo formal en base a los planes y programas de desarrollo urbano, este modelo en los últimos 30 años ha creado una evolución de forma horizontal, en el que ha habido crecimiento mas no desarrollo y menos sustentable.
Hoy el destino nos alcanzó parafraseando el título de la película de Richard Fletcher (Soylent Green 1973) en ese futuro distópico, donde la industrialización del siglo XX llevó al hacinamiento, la contaminación y al calentamiento global debido al “efecto invernadero”.
La dinámica cotidiana de nuestra ciudad nos ha llevado a sobrevivir y no a vivir con la calidad de vida que quisiéramos, la deuda histórica y los rezagos en materia de equipamientos, servicios públicos, infraestructura y vivienda, así como la contaminación ambiental, auditiva y visual contribuyen en gran medida al stress de los habitantes, que se han visto agravados a raíz del Covid19.
En materia de vivienda hay una población excluida del mercado formal, a causa de escasos recursos y la falta de una política pública de suelo, los habitantes urbanizan y construyen informalmente, mientras se siga viendo de forma obligada que la construcción de vivienda popular debe de ser realizada por "desarrolladores y constructoras" difícilmente las personas con menos recursos podrán obtener una vivienda digna, debemos de retomar el rumbo perdido y restablecer el vínculo directo cliente-profesionista con esquemas por administración de obra para estos segmentos de la población y no por contrato a través de un tercero.
Esta problemática nos hace reflexionar hacia dónde vamos como sociedad y cuál sería el desarrollo de nuestras ciudades, hoy es obligado que tenemos que rediseñarlas, replantear los diseños de las viviendas y las edificaciones en general, sus formas de construirlas y financiarlas, la incorporación de la tecnología y una verdadera eficiencia energética para mitigar los efectos del cambio climático como parte de su funcionamiento, hay que rediseñar los espacios públicos, poner especial énfasis en la movilidad integral como un componente estratégico de las ciudades para lograr un desarrollo urbano equilibrado, pero también debemos de rediseñar las instituciones de cara a los nuevos retos que nos plantean la nueva dinámica de la sociedad.
La agenda pasa por una serie de temas que se deben de considerar, vamos tarde el destino nos alcanzó, las necesidades son apremiantes pero lo más importante es empezar a desahogar la agenda de la ciudad, donde la voluntad de la sociedad y el gobierno de trabajar en conjunto es lo más importante.
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