Por: Arq. Carlos Enrique Martinez Gutierrez
Publicado en: Opinión Política 4 de Octubre 2021
Paulatinamente a partir de los años noventa las ciudades se han visto degradas, se abandonó la arquitectura y el diseño de la ciudad, a cambio de hacer casas y más casas, se sufrió un cambio radical en la calidad de vida, en la arquitectura, en el crecimiento equilibrado, la composición de la traza urbana, así como la calidad de los espacios públicos.
Estos cambios en las ciudades de nuestro país fue el resultado entre varios factores por el abandono de la rectoría del estado en materia de vivienda, se cambió la legislación, se adecuaron las leyes y normas del desarrollo urbano y se cambiaron las políticas públicas.
Desgraciadamente se olvido el diseño armónico de la ciudad, se abandonó la calidad de los diseños de la vivienda a partir de las necesidades del habitante y no en función del negocio inmobiliario y los créditos, en las obras publicas se privilegio la inmediatez por la rentabilidad electoral, en lugar de la realización de los diseños y proyectos ejecutivos con valides técnica y social, que garanticen la calidad de las obras en cuanto a sus espacios, su funcionamiento y construcción.
Tristemente muchos de los proyectos públicos como privados han omitido algo que es del sentido común, la elaboración de proyectos como resultado de un análisis de necesidades y un programa de espacios requeridos, que redunden en una solución espacial acorde a las necesidades.
En los últimos años muchos gobiernos han ejecutado obras para salir del paso, con diseños en el mejor de los casos hechos sobre las rodillas o contratando estudiantes que hagan dibujitos, los resultados de esta política están a la vista de todos, errores de diseño en el funcionamiento de los edificios o la ciudad.
El criterio y discurso de los políticos de “Hacer más con menos” ha ocasionado en el mejor de los casos obras malhechas, con serias deficiencias en sus diseños, podríamos decir que se ha diseñado para la miseria y no para la calidad de vida de las personas.
Se piensa que diseñar y hacer arquitectura es un gasto innecesario, que estorba en las corridas financieras o en los tiempos políticos, los intereses inmobiliarios y gobiernos paulatinamente han modificado leyes y reglamentos para omitir controles que estorben en sus objetivos, afectando la calidad de vida de las personas, en los espacios comunes, en edificios públicos o viviendas, en la agenda de ellos no cabe el diseño, la arquitectura y menos la integración a la ciudad.
Cuando vemos falta de orden en la ciudad, nos recuerda que tanto la autoridad como los intereses políticos o económicos omitieron el trabajo profesional de los técnicos permitiendo que una serie de actores que además de violar la ley han manoseado y prostituido la arquitectura en demerito de la comunidad.
Mucho trabajo por hacer desde la sociedad y los gremios para exigir que nuestras ciudades se desarrollen con el esplendor y la calidad que debemos de tener, hasta cuando entenderán los intereses inmobiliarios y la autoridad que la buena arquitectura vende y hace ciudad
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